"Se de antemano lo que van a hacer conmigo: para empezar, me hundirán un alfiler en el centro del tórax, por la espalda, hasta que sobresalga por el otro lado la mitad de su longitud. Incrustarán después mi cuerpo entre dos tablillas de madera blanda, doblarán con cuidado las alas y con la punta de la aguja presionarán sobre ellas hasta que se adhieran a las tablillas, procurando no rasgarlas. Luego, las sujetarán con alfileres muy finos, clavándolos en las venas gruesas del borde. Unas cuantas manipulaciones más y mis antenas y patas quedarán también sujetas por medio de tiritas de papel y otros alfileres. Quedaré, por fin, lista para ser exhibida.

Mi futuro, por lo tanto, se presenta lleno de alfileres, pero todo eso, después de que haya muerto, no me inquieta. Lo que sí me preocupa es que el coleccionista, inadvertido, abandone luego mi cuerpo al sol. Si hace eso, arruinará la belleza de unas alas que de otro modo (como una especie de alma hermosamente coloreada) hubiera podido sobrevivir a mi muerte."